Un Banco Central para el Chile de hoy

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Por Javiera Petersen, Directora Ejecutiva OPES

Publicada originalmente en El Mercurio

El estancamiento de la economía del país es evidente. Si durante los noventa experimentamos una tasa de crecimiento per cápita promedio de un 5,2%, la década posterior a la crisis asiática vio un crecimiento de un 3,2%, llegando a un promedio de 1,9% en el periodo 2009-2018. Con esto, la última década es la de menor crecimiento promedio desde los años setenta. Detrás de estas cifras resalta el preocupante colapso de la productividad, y la pérdida del dinamismo exportador que caracterizó a Chile entre 1980-2005, periodo en el que las exportaciones per cápita se multiplicaron por cuatro, mientras que desde el 2008 este indicador se ha mantenido invariable.

Los esfuerzos políticos y académicos deben estar centrados en repensar las políticas que han dibujado el pobre desempeño económico del país, y para hacer esto bien, no puede haber espacios vetados. La discusión sobre el Banco Central de Chile en la Convención Constitucional es una oportunidad para revisar, y de esta forma mejorar, el rol de la autoridad monetaria en el desarrollo del país. Esto resulta fundamental, porque si bien el Banco Central ha sido exitoso en el manejo de la inflación y la estabilidad financiera, un análisis más integral de su rol arroja un resultado más claroscuro: el instituto emisor ha sido en parte responsable de la desaceleración de largo plazo de la capacidad de crecimiento de nuestra economía.

El diagnóstico anterior es lo que motiva la investigación titulada “El Banco Central y la nueva Constitución: Hacia una nueva institucionalidad para el instituto emisor”, y que junto a Nicolás Bohme publicamos recientemente a través del Observatorio de Políticas Económicas. Además de un balance de la experiencia del Banco Central de Chile bajo el esquema de autonomía con metas de inflación, en este documento estudiamos el rol de las autoridades monetarias en tres casos de desarrollo exitoso, Francia, Corea del Sur y Canadá. El criterio de elección es simple: analizar las características institucionales de bancos centrales en países hoy desarrollados, pero durante el período en el que construyeron ese desarrollo.

Nuestra conclusión es que el buen trabajo del Banco Central de Chile en el control de precios ha sido, en ocasiones, a expensas de la promoción de niveles de empleo y de las características productivas que necesitamos para romper la trampa del ingreso medio en la que nos encontramos. En particular, una aguda contracción monetaria durante la crisis asiática de fines de los años noventa puso fin a la década de oro de la economía chilena, que nunca volvió a crecer a la misma velocidad. El Banco Central fue también

ineficiente en administrar la lluvia de dólares que recibió la economía durante el súper ciclo de las materias primas de principios de siglo. Debido a su falta de intervención en el mercado cambiario, divisas que pudieron financiar la transformación productiva terminaron destinándose a un boom cíclico de consumo, y perjudicando al sector exportador no tradicional a través de una notable apreciación del tipo de cambio real.

El análisis histórico y comparado nos sugiere la necesidad de ampliar los objetivos de política, manteniendo la prohibición estricta del financiamiento monetario de los déficits fiscales. Así, al mandato actual proponemos incorporar el velar por la estabilización del ciclo económico junto con objetivos de largo plazo ligados al desarrollo de un sector exportador competitivo y diverso. Para posibilitar la ampliación del mandato, consideramos necesario también cambiar la gobernanza del Banco hacia una que asegure un equilibrio entre la coordinación de las distintas políticas económicas y la independencia que requiere el instituto emisor para enfocarse creíblemente en objetivos de largo plazo.

Sabemos que los cambios que proponemos no son suficientes para entregar el dinamismo que la economía del país necesita. Fortalecer al Estado, a los ministerios sectoriales, a CORFO, al Banco Estado, al sistema nacional de innovación, son también tareas pendientes. Pero los esfuerzos en la dimensión micro se harán agua si no tenemos una macro para el desarrollo, que posibilite el proceso de acumulación de capacidades productivas y tecnológicas, y para esto, Chile necesita un Banco Central a tono con los desafíos de desarrollo del país.